sábado, 30 de julio de 2016

Cuarenta y tres atardeceres en Viena

"-Un día, ¡vi cómo el sol se ponía cuarenta y tres veces! 
Y un poco más tarde añadías: 
-¿Sabes?... cuando se está tan triste, a uno le gustan las puestas de sol. 
-¿Tan triste estabas el día de las cuarenta y tres veces?
Pero el principito no respondió."

El Principito, Antoine de Saint-Exupéry (1943)

Saint-Exupéry escribía estas líneas hace más de 70 años y aquí estoy yo ahora haciendo lo propio con esta entrada, de forma completamente espontánea porque así me lo pedían los dedos y la cabeza.

Hoy hace justo un mes que no estoy en Viena, la ciudad en la que he estado viviendo durante los últimos 10 meses y mi segunda casa ahora. Pero lo cierto es que no estoy triste; más bien me invade una sensación parecida a la de estar viendo una puesta de sol. Quien me conoce sabe lo mucho que me fascinan los atardeceres, contemplar cómo lentamente se acaba otro día más y el cielo se cubre de noche, mirar más allá, en silencio, como desde fuera del mundo por unos instantes.

Sé que las fotografías anteriores no llegan a cuarenta y tres, pero eso no importa. Simplemente quería recopilarlos aquí y recordarlos porque detrás de cada uno de ellos hay un momento y un estado de ánimo, tanto malos como buenos, un yo ligeramente distinto y Viena, tan bonita como siempre.

Y aquí estoy hoy, 30 días después, contemplando cómo todas las vivencias de este año tan breve se desvanecen lenta e inevitablemente mudando en estáticos recuerdos y en todo lo que he crecido con ellas, dejando paso a otras nuevas que, espero, sean tan enriquecedoras como las anteriores. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario